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Juego patológico o ludopatía

2018-04-07T09:53:37+00:00

El juego es una actividad lúdica. Existen muchas clases de juegos, pero es el juego con apuestas el que ha facilitado la aparición de conductas problemáticas. Esto no quiere decir que todas las personas que practiquen esta clase de juegos sean jugadores patológicos, los jugadores sociales lo hacen por entretenimiento, tienen un control total sobre su conducta, pueden abandonarlo cuando quieran y no supone ningún riesgo en su vida.

Sin embargo el jugador patológico tiene una dependencia emocional del juego, no puede abandonarlo cuando quiera porque le es imposible resistir el impulso de jugar. La inversión de tiempo y dinero supone un gran riesgo en su vida personal, familiar y laboral.

Fases de evolución hacia el juego patológico o ludopatía

El proceso para que una persona llegue a convertirse en un ludópata es largo. Custer (1984) ha planteado un modelo según el cual el juego patológico se desarrolla en tres fases:

Fase de ganancia: es un periodo donde el sujeto todavía juega poco y si en algún momento consigue algún premio extraordinario, la llamada «suerte del principiante» le hace pensar que tiene habilidad para controlar el azar. Esto le genera unas expectativas irracionales de obtener más ganancias, su optimismo y autoestima son elevados. En esta fase la cantidad de dinero invertida aún no es grande y el juego suele realizarse en compañía de otras personas.

Fase de pérdida: el optimismo del jugador hace que aumente la frecuencia y cantidad de dinero que invierte en el juego. El jugador arriesga cada vez más y comienza a perder mayores cantidades de dinero pero lo justifica como » pequeños contratiempos» ya que debido a su estado de excitación da mucha mas importancia a las ganancias que a las pérdidas. El sujeto se endeuda, miente sobre el dinero y el tiempo que juega. Comienza el deterioro de las relaciones familiares, el absentismo laboral y los problemas sociales ya que sólo se relaciona con otros jugadores. En esta fase se suele realizar la primera petición de ayuda, que no siempre se consolida en un tratamiento, porque aunque el jugador ha perdido el control de los impulsos y es incapaz de dejar de jugar, no lo reconoce como un problema y sigue creyendo que controla el juego. La familia ejerce presiones para que deje de jugar pero todavía no se dan cuenta de que es un problema patológico.

Fase de desesperación: el juego alcanza su mayor intensidad, el sujeto tiende a ocultar sus recaídas a las personas de su entorno, lo que lleva a un gran deterioro familiar y se ve desbordado por problemas financieros. Esto le puede llevar a cometer pequeños actos delictivos con la idea de obtener dinero, para volver a jugar y conseguir un premio grande que le permita saldar todas sus deudas. El individuo culpabiliza a los demás de su situación, se incrementa su nerviosismo e irritabilidad y sufre trastornos del sueño, de alimentación, depresión etc, que puede llevar a ideas de suicidio. Es una fase de desesperación en la que el jugador se plantea que nunca va a poder dejar de jugar y está convencido de que es inútil hacer nada para impedirlo. Es en este momento cuando la familia debe asumir el problema, entender que el sujeto no puede dejar de jugar sin recibir ayuda. Tiene que forzar, acompañar y ayudar al paciente en su proceso recuperación (mas información en: Secades Villa.R y Villa Cnal. A. El Juego patológico.

¿Porque algunas personas se convierten en jugadores patológicos?

Rasgos de personalidad: La mayor parte de los estudios realizados por los investigadores (Lesieur y Rosenthal, 1991; Ochoa y Labrador, 1994; Allcock 1986), no permiten establecer un tipo de personalidad característico de los jugadores patológicos. Sin embargo el factor de personalidad que más ha destacado entre ellos, es el denominado «búsqueda de sensaciones». Estas personas tienen una predisposición biológica que les lleva a perseguir emociones intensas, infravaloran el riesgo y toleran mal la monotonía y el aburrimiento.

Factores sociales y culturales: Son los que mejor explican la adquisición de las conductas de juego. En nuestro país jugar es muy fácil, debido a la gran oferta de juegos de azar disponibles y a la gran aceptación social que tienen. La difusión de juegos es enorme: videojuegos, máquinas tragaperras, salones recreativos, juegos en internet, en las redes sociales (Facebook, twiter….). Esta alta disponibilidad y aceptación social es la causa que mejor explica la adquisición y persistencia de las conductas de juego

Errores de pensamiento: un jugador patológico ( sobre todo en la primera fase) interpreta de forma errónea tanto las pérdidas como las ganancias. Los resultados positivos estimulan al jugador a seguir jugando: «soy hábil, tengo buena suerte, gané y volveré a ganar». Los resultados negativos también refuerzan la conducta de jugar: «no atendí lo suficiente, la máquina no estaba para dar, he estado a punto de ganar» incrementando de esta forma, el deseo de seguir jugando para recuperar lo perdido.

Tratamiento

Lo mas difícil para el tratamiento es reconocer el problema. Las personas que juegan, niegan o minimizan las consecuencias negativas asociadas al juego y creen que lo pueden dejar cuando quieran. Estas posturas les impiden reconocer la adicción al juego como un problema que tratado adecuadamente tiene solución.

Suelen mentir incluso, a las personas más próximas, a endeudarse para saldar las deudas y seguir jugando con la esperanza de que llegue «una buena racha». Además la ludopatía es una adición que en muchos casos se presenta asociada a otros problemas: económicos, laborales, familiares, ansiedad, depresión, drogas, medicamentos…. pero sobre todo al alcohol. Por lo tanto la terapia es imprescindible para la recuperación del enfermo.

Una de las terapias de mayor eficacia es la llamada cognitivo-conductual. Esta orientada a corregir los pensamientos irracionales que suele acompañar la conducta de un jugador. El primer objetivo es la motivación del paciente a iniciar y seguir el tratamiento. Se le darán las herramientas necesarias para que reconozca con precisión las consecuencias negativas del juego. Se trata de que tanto el jugador como su familia puedan obtener una información necesaria que les ayude a valorar su situación y a afrontar el problema.

Lucía Prendes. Licenciada en Psicología